LA UNIDAD ES VITAL PARA CONSEGUIR LA PAZ
- politica
- 21 mar 2016
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Colombia es un país con una geografía e historia única que ha producido una rica diversidad cultural y multiétnica Cada región del país tiene sus propias normas culturales y sociales específicas. Teniendo esto presente, las actuales conversaciones de paz entre el Gobierno y las guerrillas de izquierda FARC y la posibilidad con ELN, destacan la importancia de consolidar la paz a nivel local. Aunque es probable que se firme un acuerdo de cese del conflicto armado muy pronto, es evidente que una paz con todo lo que representa en su parte social y que sea duradera debe consolidarse desde la base.
En este proceso se confirma que su principal debilidad es la reducida participación de la sociedad. Todos hemos sentido esta escasez y reconocido que la participación ciudadana debe ser determinante para darle el impulso que requiere el proceso con las FARC en La Habana, además posibilitar los diálogos públicos que se avecinan con el ELN y fortalecer los agentes sociales que lideren transformaciones hacia una paz con justicia social.
Entonces es desde el campo de las organizaciones sociales y políticas democráticas comprometidas con la lucha por la paz, que se debe seguir insistiendo en la idea que los cambios son posibles si se logra, la unidad y movilización para comprometer la mayoría de población en contra de la continuidad de la guerra.
Son las movilizaciones e iniciativas como las del pasado 17 de marzo, que entre todos y todas fortalezcamos el más amplio y plural movimiento social por la paz, una unidad social y política capaz de derrotar el destino trágico de la guerra que algunas elites quieren perpetuar y se abra lo más pronto posible el camino para una Nueva Colombia en paz y con justicia social.
Para enfrentar los desafíos que representa la paz y la unidad de propósito, para construirla se requiere en primer lugar de un liderazgo político que construya un consenso político alrededor de los temas de justicia y de la refrendación ciudadana de los acuerdos; sin esto podrá firmarse el cese del conflicto armado en Cuba, pero no será una realidad en Colombia. Al mismo tiempo se requiere de un liderazgo, social, político y pedagógico, que se recupere las confianzas necesarias para cada uno asuma su responsabilidad de la construcción y defensa de lo que representa la paz, que movilice a todos los ciudadanos e invite a reflexionar sobre la manera como los colombianos entendemos el conflicto, sus causas y sus soluciones que por tanto tiempo se ha vivido.
Entonces se puede afirmar que la construcción de una verdadera paz requiere la adopción de garantías de no repetición desde el Estado colombiano que implica el reconocimiento de la protesta social como derecho a la participación ciudadana, la identificación de las demandas que les motivan y la habilitación de mecanismos que den respuesta de fondo a las reclamaciones sociales y populares; el disenso y el conflicto deben dejar de ser valorados como sinónimos de guerra y entenderse como elementos fundamentales a los procesos de participación democráticos y decisorios que terminen en la formación de una ciudadanía con sentido de patria.
Se confirma que las organizaciones sociales, populares y las comunidades deben apostarle a la construcción de la autonomía y un gobierno propio, a la defensa del territorio, a la construcción de poder popular, a la protección de la naturaleza, a la economía propia, al mejoramiento de las condiciones del pueblo colombiano, para la construcción de una paz real.

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